Las
haciendas en México aparecieron en los periodos colonial y poscolonial; el giro al que se dedicaban estaba definido por lo que ofrecía el clima y el territorio donde se encontraban. Algunas de ellas se dedicaban al ganado, otras al trigo y al maíz, y otras más cultivaban agave para la preparación del pulque. Las
haciendas yucatecas prosperaron mucho con el henequén, mientras que las de áreas montañosas, como las de Zacatecas, se dedicaban a la explotación de metales preciosos.
Algunos de los elementos infaltables en las haciendas mexicanas son: la casa grande, los barracones, los establos para mulas y caballos, los graneros, la iglesia y la portada. A modo de solución para compensar su aislamiento, las haciendas mexicanas eran autosuficientes y para ello contaban con granjas y otras instalaciones similiares.