Es tal la cantidad de cenotes existentes en el territorio yucateco, que no es nada fuera de lo común que se encuentren en propiedades privadas, como en el patio de una casa.
A pesar de que sus aguas se consideran propiedad federal, quienes poseen las tierras pueden administrar el cenote y cobrar una cuota de entrada a cambio de su habilitación para el turismo (que suele consistir en la construcción de escaleras y plataformas de concreto o madera, y servicios básicos de sanitarios, regaderas y luz eléctrica).